Autoras: Débora Álvarez1 y Victoria Hernando2
1 Agencia de comunicación científica ‘La Doctora Álvarez’
2 Instituto de Salud Carlos III
E-mail de correspondencia: debora@ladoctoraalvarez.com
Una nueva realidad: el envejecimiento de las personas con VIH
La eficacia de los tratamientos antirretrovirales ha contribuido a que se produzca un drástico descenso en la tasa de mortalidad asociada al VIH a lo largo de las dos últimas décadas. De hecho, en nuestro país, la proporción de personas con 50 años o más que vive con el VIH ha pasado del 8% en 2003 al 50% en 20181. Este hito científico ha ido, poco a poco, construyendo una nueva realidad para las personas que viven con VIH: se hacen mayores.
Este éxito científico es, a la vez, un reto desde la perspectiva biomédica, ya que es necesario garantizar la autonomía e independencia de los mayores que viven con VIH a medida que envejecen.
El envejecimiento de las personas con el VIH es más acelerado y/o, en ocasiones, más acentuado en comparación con la población general. Además, el envejecimiento natural se asocia a un deterioro del sistema inmune, que es aún más marcado en las personas que viven con el VIH. Por ello, las personas con el VIH tienen un riesgo mayor riesgo de desarrollar otras enfermedades (“comorbilidades”) que, además, se producen en ellos/as a edades más tempranas que en el resto de la población. Estas comorbilidades, asimismo, hacen que tengan que usar más fármacos, además de los antirretrovirales (que son los que usan las personas que viven con el VIH), por lo que en muchos casos sufren más efectos secundarios y más interacciones farmacológicas, que se producen por el uso simultáneo de algunos medicamentos no compatibles.
La calidad de vida en las personas que envejecen con VIH
Además de las cuestiones más relacionadas con el manejo clínico del paciente, también es clave garantizar, desde una perspectiva más global, la calidad de vida en las personas con el VIH. Este es uno de los pilares de la “Estrategia 90-90-90” de ONUSIDA, la agencia de la Organización de las Naciones Unidas que trabaja para frenar el avance del VIH. Según esta estrategia, evaluada a través del continuo de cuidado, se trataría de alcanzar que el 90 por ciento de las personas que vive con el VIH esté diagnosticada, que el 90 por ciento de las personas diagnosticadas reciba terapia antirretroviral de forma continua y que el 90 por ciento de ellas tenga supresión viral (sean “indetectable” y, por tanto, no puedan transmitir el virus). A esto habría que añadir “un cuarto noventa” que garantice una buena calidad de vida en todas las fases del continuo de cuidado de la infección por VIH.
El Doctor José Ramón Blanco es Responsable de la Unidad de Inflamación y Envejecimiento del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Centro de Investigación Biomédica de La Rioja (Logroño) y lidera la línea de investigación sobre envejecimiento en la Cohorte de la Red de Investigación en Sida (CoRIS). Para él, “esta nueva realidad muestra que, en este momento, es clave incorporar principios geriátricos para el seguimiento de las personas que viven con el VIH”.
La importancia de CoRIS para conocer el envejecimiento de las personas con VIH
CoRIS es una cohorte de personas que viven con VIH que realiza seguimiento a lo largo del tiempo a más de 15.000 pacientes en nuestro país. Los datos que se recogen desde esta estructura científica han ayudado, según el Dr. Blanco a “resolver preguntas para las que aún no teníamos respuestas”. Por ejemplo, desde esta línea de investigación se ha mostrado como, efectivamente, las personas con VIH envejecen, globalmente, de forma algo más temprana que el resto de la población y cómo la edad y el sexo tienen implicaciones en la respuesta inmunológica y virológica de los pacientes después del inicio del tratamiento antirretroviral. “CoRIS, y el BioBanco VIH en el que se almacenan muestras de sangre y plasma de los pacientes que participan en la cohorte, nos han permitido comprender mejor muchos de los aspectos relacionados con el envejecimiento de las personas con el VIH, ya que el seguimiento a lo largo del tiempo permite conocer mejor su historia natural”, considera el Dr. Blanco. Asimismo, añade, “esto es especialmente importante en las personas de edad avanzada, con más comorbilidades y más factores de riesgo. Además, disponer muestras del Biobanco VIH nos ha permitido investigar posibles mecanismos de los procesos patológicos”.
El equipo liderado por el Dr. Blanco trabaja en la actualidad enfocado a descubrir y establecer posibles biomarcadores que ayuden a identificar precozmente a las personas mayores con un peor pronóstico, de cara a mejorar su manejo clínico en las consultas. En su opinión, participar en estructuras de investigación como la Red de Investigación en Sida es esencial: “de no ser por CoRIS, o por el BioBanco VIH, para centros como el nuestro no sería posible llevar a cabo este tipo de investigaciones. Colaborar con CoRIS nos proporciona el acceso a datos y a muestras biológicas de calidad con un alto valor. Además, el equipo de coordinación de CoRIS, ubicado en el Centro Nacional de Epidemiología (Instituto de Salud Carlos III) y dirigido por la Doctora Inmaculada Jarrín, nos ofrece todo el asesoramiento y el apoyo metodológico y estadístico que necesitamos para desarrollar estos estudios. En su conjunto, es una oportunidad que de otra forma no tendríamos”.
La Red de Investigación en Sida favorece, en este sentido, a la participación cooperativa de grupos de investigación en todo el territorio estatal que contribuyen con su trabajo, dedicación, esfuerzo y entusiasmo, a avanzar en el conocimiento sobre el VIH y a mejorar la calidad de vida de las personas que viven con el VIH en nuestro país.
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1 Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social. Encuesta Hospitalaria de pacientes con infección por el VIH. Resultados 2018. Disponible en:
https://www.mscbs.gob.es/en/ciudadanos/enfLesiones/enfTransmisibles/sida/vigilancia/InformeEncuestaHospitalaria2018_def.pdf
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